Documento de 1666 (Instrucciones a Juan de Brito firmado por José Martínez de Salazar) habla de las cinco jangadas (balsas) que se han hecho construir para llevar maderas a Buenos Aires para construir iglesia. Habla de 8 hombres para cada balsa. Sumemos las maderas para pensar en el peso a ser transportado por agua.El documento habla de jangadas en “diferentes puestos y parajes del rio Negro, y de aquella reducción”.
Estas balsas partirían desde la zona de las islas de la desembocadura del río Negro, lugar donde estaba la reducción que no era otra que Santo Domingo Soriano.
Esta situación vuelve a dejar en evidencia la “hipótesis entrerriana” del nacimiento de Villa Soriano. Esta hipótesis no establece el supuesto lugar de fundación con seguridad, habla de zona cercana a la desembocadura del Arroyo Malo. Pues el Arroyo Malo no sería navegable para balsas conteniendo ocho hombres y maderas para la construcción de una iglesia. Lo dicen las cartas náuticas, esa zona es pantanosa y de escasa profundidad.
“Fernández Cabrelli cuestiona el mapa del capitán Manuel de Ibarbelz de 1692, que según su juicio, coincidente con el mío, está cuidadosamente elaborado y es minucioso en los detalles hidrográficos y, como es sabido, registra la reducción Santo Domingo Soriano en territorio entrerriano, a cierta distancia de la costa y a la vera de una corriente de agua que desemboca en el río Uruguay. Lo controvierte porque, según su opinión, no era posible la existencia de un asentamiento permanente de indígenas en un lugar que en 1781, como manifestara Tomás de Rocamora al virrey Juan José de Vertiz, refiriéndose a la región entrerriana situada entre el Paraná y el puerto de Landa, era zona de bañados “que aunque tenía algunos rincones, se creían INACCESIBLES Y ANEGADIZOS”.
El arqueólogo René Boretto ha sostenido que otro lugar situado más al sur, llamado la Estopona, resultó INACCESIBLE -en la época que intentó visitarlo por tierra – por lo INTRINCADO y lo PANTANOSO de los terrenos. Esto agrega, según Fernández Cabrelli, un nuevo elemento que justifica la puesta en cuestión del valor probatorio atribuido al marino español” (las mayúsculas son mías). Esto está escrito por Aníbal Barrios Pintos en su trabajo sobre la “hipótesis entrerriana” del cual nos ocuparemos más adelante.
El documento especifica que los chanás y charrúas cobraban por su trabajo.
La interrogante es: ¿fundarían los españoles una reducción en una zona pantanosa, no navegable?
La otra interrogante es: ¿chanás y charrúas fundarían una reducción en una zona así que haría imposible el trato comercial con Buenos Aires?
Ni aquellos ni éstos dejarían de lado el sentido común.
La navegabilidad desde las islas de la desembocadura del río Negro fue siempre posible. El canal del río Uruguay pasa cerca de la costa oriental. Lo confirma la posterior navegación comercial en donde los barcos que salían de Mercedes esperaban el paso del barco que venía desde Buenos Aires rumbo al norte, entre las islas Vizcaíno y Lobos.
Sentido común y respeto a la inteligencia natural de chanás y charrúas, también de los españoles que de navegación sabían bastante.
¿Fundar una reducción en una zona pantanosa, no navegable? ¿sabiendo que esas dos poblaciones comerciaban y trasladaban la mercancía por agua?
TERCERA interpretación del mismo documento que, forzadamente, la “hipótesis entrerriana” ha usado como base y que deja en evidencia su fantasía y agravio a la historia del departamento de Soriano.
1-No usa la hipótesis entrerriana la palabra “reedificar” (más bien la cambia), 2-no admite que “y” usado como sinónimo de lugar es la definición dónde se encontraba Santo Domingo Soriano entonces (en el río Negro) y 3-interpreta que en una zona anegadiza y no navegable se fundase una reducción y hubiera balsas de ocho hombres más maderas para transportarlas por agua.
El documento, “descubierto” por Flavio García en 1957 y base de la hipótesis entrerriana de fundación de Villa Soriano, no hace otra cosa que documentar y certificar que la reducción estaba en ese año en las islas del río Negro, el hoy Soriano. Sobre el mismo texto me queda también otra interpretación que sigue anulando por completo la “hipótesis entrerriana”.
Hagamos honor a nuestra historia, es mejor admirarla que querer desvirtuarla.
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